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La evolución de la escena musical hip-hop

Actualizado: 15 abr 2020


Hoy llena estadios y llega a cada rincón del planeta en casi todos los idiomas, pero la semilla del ‘hip hop’ fue una fiesta de barrio en el número 1520 de la Sedgwick Avenue, en el Bronx, Nueva York. Era el 11 de agosto de 1973 y el Back to School Jam prometía ser una simple noche de baile y diversión antes del regreso a clases. Sin embargo, terminó siendo la génesis de lo que hoy es uno de los géneros musicales más populares del mundo.


DJ Kool Herc se había dado cuenta de que cuando ponía disco y ‘funk’ en las fiestas, la gente bailaba más en los momentos en que la percusión se intensificaba: los ‘breaks’. Entonces, en esa noche caliente, decidió hacer algo que para muchos era una herejía: botar el resto de la canción y solo mantener los ‘breaks’.

La técnica era transgresora e implicaba interrumpir con la mano el movimiento natural del vinilo, para mantenerlo en la zona de la percusión. Así también aumentaba la dificultad de ser DJ: no bastaba con elegir la música, era necesario poder encontrar los ‘breaks’ rápidamente.


En ese momento nadie lo llamó ‘hip hop’, pero los DJ empezaron a seguir la senda de Herc. Mientras alargaban los ‘breaks’ y en la pista de baile aumentaba el frenesí, un maestro de ceremonias cogía el micrófono e improvisaba rimas para animar la fiesta. Fue el inicio del rap, con frases simples y pegajosas que complementaban el trabajo en las tornamesas.


Durante el resto de la década de los 70, el género avanzó clandestinamente. Su único registro eran casetes en los que se grababan las fiestas, pero nadie aún hacía rap con la intención de crear canciones: el énfasis estaba en la escena en vivo, no en la radio.


Esto cambió en 1979, cuando la cantante Sylvia Robinson percibió en una fiesta la popularidad del fenómeno. Decidió entonces reclutar a tres MC (maestros de ceremonia) para hacer la primera canción de rap dirigida a la radio: ‘Rapper’s Delight’, de la Sugarhill Gang.


Su éxito arrollador fue el inicio de una tendencia en la que los raperos se volvieron más protagónicos que los DJ, los héroes en un principio.


Con las palabras como herramientas, los raperos pasaron la década de los 80 describiendo su realidad. Como el ‘hip hop’ nació en barrios marginales de Nueva York, gran parte de su contenido consistía en narrar cómo era vivir ahí. Pero también se hablaba de fiesta, de mujeres, de querer dinero para salir del gueto. Era la época de Rakim, NWA y Run DMC.


Aunque en la década de 1980 el rap se volvió importante en el medio musical, socialmente era visto con recelo por la sociedad blanca de Estados Unidos. Esto empezó a cambiar a mediados de los años 90, cuando, sin dejar su tono callejero, artistas como The Notorious B.I.G. y 2Pac se apoderaron de las emisoras y el rap pasó a ser uno de los sonidos emblemáticos de la juventud norteamericana.


A pesar de cruzarse con la cultura popular, el lado más oscuro del rap nunca dejó de existir. En los 90, artistas como Wu-Tang Clan y Nas se caracterizaron por sus crudos relatos de violencia callejera. Hasta hoy, aun cuando ya casi es pop en cuanto a su alcance, parte de su encanto es esa rebeldía que siempre ha representado.


Con la llegada del nuevo siglo, el rap, además de sonar en la radio y tener buenas ventas, se fue integrando con la cultura pop. Esto en gran medida fue gracias a Eminem, el primer rapero blanco de éxito masivo, que ayudó a retar la narrativa de que el rap era música de negros. En esta época también triunfaron estrellas como Jay-Z y Kanye West.


Hoy, artistas como Kendrick Lamar y Drake se cuentan entre los principales de todo el mundo. Sus discos son éxitos enormes en ventas, los escuchan en todos los estratos sociales y colaboran con cantantes como Rihanna y Taylor Swift. Mientras tanto, Netflix produce especiales sobre la historia del ‘hip hop’. Lo que antes era música marginal hoy está engranado en la conciencia colectiva de Occidente.


Nombrar a todos los grandes raperos sería imposible. Pero sí se puede anotar que los mejores han sido cronistas de su época, analizando las tendencias que los rodean con precisión casi antropológica. Han sido visionarios de realidades alternas y promotores de un futuro distinto.


En Colombia, el ‘hip hop’ llegó en los años 80 con las películas sobre ‘breakdance’. En los 90 surgieron las primeras exploraciones musicales, con grupos como La Etnnia. Desde entonces, el rap nacional ha avanzado considerablemente.


El panorama actual es esperanzador, con propuestas de grupos distintos. Están las rimas introspectivas de N. Hardem, el verso letrado de Rapiphero, la poesía maldita de Zof Ziro y el rap nadaísta de Gambeta, entre otros. Gambeta, del grupo AlcolirykoZ, de Medellín, que lleva más de diez años en la lidia, ha notado un gran cambio en los últimos años. “El público se siente orgulloso del rap colombiano, hay más aceptación. Sin milagro no hay fe: hay grupos que le han mostrado un camino a la gente. Hicimos que el rap sonara en todos los gremios: gomelos, neas, chirris, metaleros… Yo siento ese como mi gran logro”, afirma.


 
 
 

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